Diferencia entre Espiritismo y Kardecismo
¿por qué existe tanta confusión con estos términos?
Seguramente ya has escuchado a alguien afirmar con convicción: “¡Soy espírita kardecista!” o “¡Sigo el Kardecismo!”. Pero, en realidad, ¿existe alguna diferencia entre Espiritismo y Kardecismo? ¿Qué significan estos términos? ¿Y acaso hay un “correcto” e “incorrecto” en esta nomenclatura?
La confusión nace, muchas veces, del uso popular y de la necesidad de distinguir el Espiritismo codificado por Allan Kardec de otras prácticas espiritualistas que se apropiaron del término “espírita”. Para entender de dónde surgió esta distinción, es necesario volver al origen de la doctrina, comprender su desarrollo histórico y observar cómo se fueron utilizando estas palabras con el paso del tiempo.
Espiritismo: la Doctrina de los Espíritus
El término Espiritismo fue creado por Allan Kardec en 1857, en la introducción de El Libro de los Espíritus. Él explicó que era necesario utilizar un nombre nuevo para evitar confusiones con expresiones ya existentes, como “espiritualismo” o “espiritualista”.
Espiritismo, por lo tanto, significa “doctrina de los Espíritus” y se basa en tres aspectos complementarios:
- Filosófico – explica cuestiones fundamentales sobre la vida, la muerte y la evolución espiritual.
- Científico – investiga fenómenos mediúmnicos de forma racional y criteriosa.
- Religioso – orienta conductas morales, siempre inspiradas en las enseñanzas de Jesús.
Kardec codificó los principios fundamentales del Espiritismo en las llamadas obras básicas:
- El Libro de los Espíritus (1857)
- El Libro de los Médiums (1859)
- El Evangelio Según el Espiritismo (1864)
- El Cielo y el Infierno (1865)
- La Génesis (1868)
En conjunto, estas obras forman la Codificación Espírita, base de lo que hoy conocemos como Doctrina Espírita.
¿Qué es el Kardecismo?
El término Kardecismo surgió posteriormente como una forma popular de identificar a quienes siguen fielmente las enseñanzas codificadas por Allan Kardec, distinguiéndolos de otros grupos espiritualistas que también se autodenominan espíritas pero que no estudian o no siguen rigurosamente las obras básicas.

Lingüísticamente, Kardecismo significa “doctrina de Kardec”, y su adjetivo correspondiente es kardecista. Enciclopedias reconocidas como Oxford, Barsa y diccionarios como Houaiss registran el término como sinónimo de Espiritismo.
No obstante, algunos estudiosos rechazan esta nomenclatura porque:
- Puede dar la impresión de que la Doctrina Espírita es creación personal de Kardec, cuando en realidad él solo organizó y sistematizó las enseñanzas de los Espíritus Superiores.
- El propio Kardec, con gran modestia, afirmó que no inventó ningún principio, sino que codificó lo que recibió del plano espiritual.
A pesar de esta resistencia, el término Kardecismo terminó incorporándose al lenguaje popular, especialmente en Brasil, para diferenciar el Espiritismo Kardecista de corrientes espiritualistas o mediúmnicas que no siguen la codificación original.
Allan Kardec: el codificador, no el creador de la doctrina
Allan Kardec, seudónimo del educador francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, nunca quiso ser visto como “fundador de una religión”. En sus propias palabras:
“Jamás se podrá decir: la doctrina de Allan Kardec; pues no tengo el mérito de la invención de un solo principio.” (¿Qué es el Espiritismo?, Diálogo II)
Para él, el Espiritismo es una revelación de los Espíritus Superiores y no obra humana. Kardec actuó como un organizador riguroso: analizó mensajes mediúmnicos recibidos en varios países, confrontó la información y solo publicó lo que era coherente, lógico y universal.
Por lo tanto, cuando alguien se dice “kardecista”, simplemente está reafirmando que sigue la Doctrina Espírita tal como fue codificada por Kardec, en lugar de otras prácticas espiritualistas paralelas.
¿Por qué se sigue usando el término Kardecismo?
Existen tres razones principales para la persistencia del término:
- Distinción práctica – ayuda a diferenciar la Doctrina Espírita de movimientos espiritualistas que no siguen a Kardec.
- Popularización en Brasil – donde el Espiritismo se consolidó gracias al trabajo de la Federación Espírita Brasileña (FEB) y de médiums como Chico Xavier.
- Adaptación cultural – muchas personas no familiarizadas entienden mejor cuando escuchan “Espiritismo Kardecista” que simplemente “Espiritismo”.
El propio Allan Kardec, en un discurso de 1867, llegó a utilizar la palabra “kardecistas” para referirse a los adeptos, sin demostrar incomodidad. Esto muestra que él no se preocupaba por los rótulos, sino por la esencia: vivir las enseñanzas y promover el progreso moral de la humanidad.
Espiritismo en Brasil: la mayor nación espírita del mundo
Brasil alberga hoy la mayor comunidad espírita del planeta, con millones de seguidores y una sólida red de centros, editoriales, eventos y obras sociales. Este crecimiento se debe a factores históricos importantes:
- Traducción de las obras de Kardec al portugués en 1875.
- Expansión del movimiento espírita entre intelectuales a finales del siglo XIX.
- Popularización a través de la obra de Chico Xavier y otros médiums reconocidos.
En el país, el uso del término “kardecista” se difundió precisamente para aclarar que no se trataba de Umbanda, Candomblé u otros movimientos espiritualistas — todos respetables, pero distintos de la codificación espírita.
Entonces… ¿existe realmente diferencia entre Espiritismo y Kardecismo?
La respuesta es simple: no hay diferencia esencial.
- Espiritismo es el nombre original dado por Allan Kardec a la Doctrina de los Espíritus.
- Kardecismo es solo una forma informal o popular de decir “Espiritismo codificado por Kardec”.
El uso del término puede incomodar a algunos puristas, pero, como recordaba el propio codificador, lo más importante que la forma es la intención. Si la expresión ayuda a que las personas comprendan de qué se trata, no hay motivo para conflicto.
Viviendo la Doctrina: más importante que nombres o etiquetas
Al final, ser espírita —con o sin adjetivos— es mucho más que usar un término específico. Es vivir las enseñanzas de Jesús a la luz del Espiritismo:
- practicar la caridad en todo momento;
- estudiar y comprender la Codificación Espírita;
- buscar constantemente el perfeccionamiento moral;
- ejercitar la fe razonada, sin dogmatismos.
Como bien dijo un amigo a Paulo Bomfim, autor del texto original:
“La forma importa poco; lo que importa es la intención.”
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