Mediumnidad con ligereza: paz y equilibrio interio
La mediumnidad con ligereza es posible y necesaria para el equilibrio del médium
Existe una idea equivocada que ronda a muchos trabajadores del camino espírita: que la mediumnidad debe ser necesariamente dolorosa, difícil o angustiante. Pero ¿realmente esto concuerda con las enseñanzas de los Espíritus Superiores?
La verdad es que la mediumnidad con ligereza no solo es posible, sino deseable. Cuando es bien comprendida y orientada, la práctica mediúmnica debe ser fuente de paz, alegría y crecimiento interior, nunca una carga que provoque estrés o desgaste espiritual.
Si eres médium y te sientes sobrecargado o angustiado con tu práctica, tal vez sea momento de mirarte con más amor y reflexionar sobre cómo te estás relacionando con esa facultad.
La ligereza empieza desde el interior
La mediumnidad, en sí misma, no debería ser causa de sufrimiento. Como toda herramienta divina, fue otorgada para el bien —tanto del médium como de quienes se benefician de ella.
Si el médium se siente constantemente tenso, agotado o emocionalmente afectado por su mediumnidad, el problema no está en la facultad, sino en cómo está siendo conducida. Puede haber falta de disciplina, desequilibrio emocional o energético, o incluso una autoexigencia excesiva y sentimientos de culpa.
Allan Kardec, en El Libro de los Médiums, explica que el buen médium es aquel que estudia, actúa con humildad y se mantiene en equilibrio. La mediumnidad no debe transformarse en una cruz insoportable, sino en un camino de luz, con todas sus dificultades naturales.
Debemos recordar que el trabajo espiritual no se impone. Nadie está obligado a ser médium contra su voluntad. Como bien afirman los Espíritus, nuestra única obligación real es ser buenos, más allá de cualquier facultad especial.
La mediumnidad es un instrumento, no una condena
Algunos médiums, al no sentirse capaces, viven en constante sufrimiento —como si le debieran algo al plano espiritual o estuvieran atados a un contrato del que no pueden salir. Pero eso no es coherente con la libertad que Dios otorga a cada uno de sus hijos.
La mediumnidad debe ser un servicio consciente, voluntario y adaptado a las posibilidades de cada persona. Cuando se convierte en una fuente de sufrimiento emocional, es momento de revisar: el método, el entorno, las exigencias internas e incluso el tipo de tarea asumida.
Si en cierto momento la práctica mediúmnica no genera paz ni favorece el crecimiento personal, el médium puede —de forma responsable— replantear su participación y buscar otras formas de servir: con el estudio, la caridad, el acompañamiento fraterno o la evangelización.
Conclusión: Una mediumnidad en paz es mediumnidad con amor
Para que la mediumnidad sea útil y duradera, debe estar nutrida de paz, amor y confianza. Cuando el médium se siente acogido, comprendido y en armonía consigo mismo, su trabajo espiritual se vuelve ligero, fértil y satisfactorio.
Jesús no nos llamó al sufrimiento estéril, sino a construir el bien con serenidad y equilibrio. La mediumnidad es una bendición, pero no debe transformarse en prisión. Recuerda: Dios no impone cargas, ofrece caminos. Y cada camino puede ser ajustado según nuestra madurez espiritual.
Si eres médium y sientes que la práctica te está sobrecargando, escucha tu alma. Ora, busca apoyo espiritual y doctrinario, y ten presente que tu paz también es esencial para el buen trabajo de los Espíritus Amigos.
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